domingo, 26 de febrero de 2012

Magia



Una de las cosas que de pequeño me ha atraido es hacer trucos de magia. Hace mucho tiempo, mi padre me llevo en varias ocasiones a espectáculos de magia y recuerdo que yo me quedaba fascinado.

En año 2007 o 2008 había un taller de magia en mi universidad y decidí apuntarme. Recuerdo que el profesor me pareció bastante bueno y que los trucos que nos hizo el primer dia, que nos enseñaría a lo largo del curso, eran muy interesantes.


Sin embargo, a medida que avanzaba el curso, nos dábamos cuenta que todos ellos estaban basados en el mismo mecanismo para los resultados tan aparentemente distintos. Yo veía un poco absurdo lo que nos decía el profesor de que practicásemos en casa, porque eran cosas sencillas que yo tenía la sensación de haber entendido.

Por otro lado, nos decia cosas como que para hacer trucos relacionados con una moneda, lo mejor es llevar una moneda en la mano todo el dia escondida sin que se pierda y cosas así, para conseguir habilidad. 

En esos momentos pensé algo que me decepcionó terriblemente: La magia sólo consiste en adquirir una destreza para hacer ciertos movimientos ágiles y rápidos.

A pesar de ello, aunque se consiga esa destreza, se está muy lejos de hacer un buen truco de magia. Lo realmente “mágico” es la presentación, la historia que envuelve al truco de mágia. Saber transmitir la emoción y el misterio que le rodea.

Es decir, al final, la magia, tiene un componente enorme de ser simpático y de atraer la dirección del público hacia donde te interesa, dirigíendola sutilmente.

Había otro alumno que practicaba en casa y le gustaba enseñarnos los trucos para ver que nos parecía y para acostumbrarse al público y yo pensaba que estaba mal de la cabeza. Más tarde descubrí que la diferncia de actitudes entre ese chico y yo significaban que yo no tenía lo que hacía falta para conseguir hacer un buen truco de magia, o, como mínimo, el interés y dedicación que requiere.


Algo parecido sucede también a la hora de tocar la guitarra, sobre todo al principio. Antes de poder tocar una melodía, hacen falta miles de horas de práctica y técnica monótona y repetitiva. Al igual que antes de poder componer una canción, hay que entender bastantes cosas de teoría para saber lo que está pasando. Aunque la música a veces pueda parecer que es sencilla y que se ha entendido, es falso. Hay que machacar mucho los conocimientos y habilidades hasta asimilarlos en el interior.

Lo bueno de eso, es que uno descubre si realmente está hecho o preparado para hacer algo si es capaz de atravesar los pasos más duros y menos satisfactorios.

En el caso de la magia, yo descubrí, desde el principio, que no estaba dispuesto para nada a hacer ese sacrificio y que las habilidades que requerían, no estaban entre mis puntos fuertes.

Sin embargo, puedo afirmar que estoy preparado para pasarme el tiempo que haga falta mejorando mi técnica de guitarra y mis conocimientos musicales, tenga o no talento. Aunque, por ejemplo, tocar escalas no sea nada agradable, yo las puedo repetir una y otra vez hasta desgastarme los dedos.


Una cosa que creo que todo aspirante a guitarrista tiene que tener en cuenta, es un objetivo definido. Esto en parte viene dado por los gustos musicales de cada cual, no es lo mismo pretender tocar blues, rock, pop, heavy metal… cada cosa es un mundo y, además, tiene sus herramientas particulares, de la misma forma que no es lo mismo un coche deportivo que un todo terreno. Aunque sea dificil de explicar por qué uno quiere otra guitarra más sin que se piense que es un capricho.

La pregunta es: ¿Hay que dominar la técnica?, ¿Hay que saberlo todo sobre teoría? ¿Hasta qué punto hay que complicar las cosas?. Obviamente, no. Además hay muchos ejemplos de calidad que lo demuestran. Lo importante es tener un espiritu hambriento y con ganas de comunicarse y partiendo de ahí, la técnica y la teoría son herramientas que nos dan libertad para hacerlo, aunque por sí solas no valen para nada, como demuestran famosos músicos robóticos.

Lo importante es notar como se mejora progresivamente y no frustarse por las limitaciones de cada uno. Por último, no centrarse en un estilo en particular, cuanto más variedad de música se escuche e interprete, mejor.

martes, 21 de febrero de 2012

Prologo



El primer contacto empezó en mi tierna infancia, aunque yo no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Supongo que a todo niño le ha pasado, entre tantos otros sueños e ilusiones, querer ser estrella de rock. Para mi cumpleaños, le pedí a mi abuela una guitarra de plástico. Supongo que me duró dos días y después caería en el olvido. Sin embargo, yo veo ahora las fotos y pienso para mis adentros “eso tenía sentido”.










Cuando yo tenia alrededor de diez años, mis hermanas se querían apuntar a clases de guitarra en el instituto y por Navidad, mi madre les regaló una guitarra española a cada una. Como las madres siempre intentan tratar a todos los hijos por igual, a mi me regaló una también.











Era una guitarra en miniatura, que funcionaba, pero no dejaba de ser un juguete. Lo gracioso es que mi madre me llevó a la casa de la cultura con esa guitarra y le preguntó a Pedro Noda si me podía enseñar a tocar aquella cosa.

El pobre hombre, se quedó un poco perplejo y aunque yo era muy pequeño, ya me di cuenta de que mi madre estaba haciendo algo un tanto extraño. Pedro dijo que me enseñaría encantado, pero que me comprase una guitarra normal, no un juguete.

Mi madre así lo hizo y me compró una imitación de Stratocaster, lo típico. Aún tengo ese cacharro por ahí. La cuestión es que yo no era capaz de apreciar por esa época lo magnífico que era tocar un instrumento. También es en cierto modo comprensible, la guitarra era mas grande que yo y mis manos diminutas no llegaban a ningún sitio. Además, nadie en casa me podía ayudar a practicar ni me animaban mucho con aquello. Es decir, que nada más que con las clases de 30 minutos semanales, poco se podía hacer.

Por aquella época aprendí el riff de “Smoke on the Water”, algo parecido y simplificado a “Johnny B. Goode”. Tampoco hay que desprestigiarlo por completo, toqué en tres actos de la casa de la cultura en Las Rozas, en uno de ellos incluso toqué y canté una canción de Extremoduro, “Jesucristo García”. Ahora me entra la risa, imaginándome aquella escena. Un comino subido al escenario cantando cosas satánicas.

De hecho, Pedro me comentó que la gente le preguntaba por mi y tal. Lamentablemente, la joven promesa se fue al garete. No recuerdo que pasó después, pero el resultado es que al poco tiempo dejé de ir a clase y la guitarra terminó abandonada en el armario. Quizás esté relacionado con el hecho de que me fui a vivir con mi padre a otro sitio.















Realmente, tengo que confesar, que de todas las tonterías y malas decisiones, de todas las cosas que he echado a perder y sin fin de crímenes que uno comete contra su persona, el hecho de no haber seguido con la guitarra y no haber practicado con regularidad es la única cosa de la que me arrepiento con toda mi alma.

Quizás si hubiese nacido en un país donde todo el mundo aprende a tocar un instrumento como una cosa normal, yo ahora seria otra persona. De todas formas, de nada sirve lamentarse.

Muchos años después, cuando terminé con bastante éxito mi primer año de universidad (año 2006 d.C.), reuní todo el dinero de mi cumpleaños y el premio que me dieron por mis notas y me recorrí bastantes tiendas de guitarras a ver que tenían.

La verdad es que Harry Potter no me gusta, pero hay una escena en particular que sí me parece muy representativa. Es cuando Harry entra en la tienda de varita mágicas para comenzar sus estudios. Harry encuentra una varita muy rara y el vendedor le dice algo así como que no es la persona quien elige la varita, sino que es la varita quién elige a su dueño.

A mí me pasó algo parecido. La gente me intentaba meter en la cabeza que si no se que Yamaha Pacífica o leches en vinagre, pero yo, en cuanto vi a mi Jackson SLSMG… supe que esa era mi guitarra. Me sentía terriblemente cómodo con ella, a pesar de que yo a penas sabía tocar. La verdad es que fue una locura el dinero que me gasté sin saber dónde iba a terminar todo aquello. Pero vuelvo a decir que las cosas que ocurren sólo tienen sentido cuando uno mira hacia atrás.

De nuevo, fue un pequeño fracaso. Intenté aprender por mi sólo, pero no sabía ni por donde empezar. De forma accidental, conocí al bajista de un grupo toledano llamado 1000es que me puso en contacto a través de Internet con Ricardo Martinez y hablando del tema, me pasó el número de David, el guitarrista.

Con él di cuatro o cinco clases, la verdad es que me tenia que cruzar medio Madrid con la guitarra a cuestas y era mucho dinero, para ese momento. En resumen, mi Jackson también terminó en el armario.

Por las navidades del 2008, me compre el Guitar Hero 3, que era algo bastante novedoso y atractivo y me pase bastantes horas con ello en nivel experto hasta que me dije, “un momento, tu tienes una guitarra ahí abajo, ¿qué haces con esta chorrada?”

Ese fue el momento en el que ya agarré definitivamente mi instrumento. No siempre he practicado con la misma regularidad, interés o lo que sea, pero lo que si que empezaba a tener claro es que yo quería aprender a tocar la guitarra.

Meses más tarde, vi por Facebook que un amigo mío de la infancia, Nacho, también estaba con el tema de la guitarra y todo eso. Empezamos a hablar y quedamos una vez primero en mi casa para reencontrarnos y ver que tal. Él me dijo que en su facultad, había una asociación en la que tenían unos amplificadores ahí montados y podíamos tocar.

Para hacer que la cosa marchase, llamé a Tavi, que tocaba la batería. Intentamos hacer cosillas de Metallica: “Seek and destroy”, “For whom the bell tolls” y destrozamos alguna que otra canción también.

Como pensé que necesitábamos bastantes horas de práctica, ofrecí el garaje de mi casa para hacer metal a la antigua usanza. Tavi se trajo su batería desde Alcobendas y yo preparé todo. Sin embargo, Nacho se dispersó con otros asuntos y no vino a ensayar. Después de eso se enrareció ligeramente el ambiente y la cosa no fue a más.

Tavi me habló de que su mejor amigo, Javi, tocaba el bajo y que, junto a su novia Almu, querían formar un grupillo.

Quedamos por primera vez en el Taller 57 para probar un poco y después tomamos algo por ahí para conocernos un poco y hubo bastante conexión. Empezamos con un repertorio elegido en común: “Enter Sandman”, “All I Want” de Offspring y alguna otra cosilla.

Lo mejor de esa etapa es que no quedábamos simplemente para tocar, pasábamos el día juntos y de buen rollo y compartiendo cosas. 

Después se incorporó un amigo de Almu para tener dos guitarras, Vifor. Empezamos a pensar en componer nuestras propias canciones y dar el salto a alquilar un local de ensayo.

Yo estaba muy involucrado en el proyecto y entregado al 100%. Por esa razón, no pude soportar que la gente no respetase los horarios de ensayo (y no solo los horarios, incluso que no se presentasen sin más)  y que los objetivos que nos habíamos marcado no se cumplían ni de lejos, como por ejemplo grabar una canción o prepararnos para tocar en directo.

Entre unas cosas y otras, me pillé un cabreo de los míos. Cogí mi ampli y me largué. En el fondo mi intención era hablar con ellos tranquilamente, pero con una postura definida. Ellos entendieron lo que hice de otra forma y me dejaron de hablar.

En ese momento, empezó la triste vida del músico solitario para mí. Ellos, naturalmente, siguieron sin mi su proyecto y también cambiaron de batería.

lunes, 20 de febrero de 2012

Una Historia De Amor



Si bien no es una historia entre un hombre y una mujer o demás variantes que no voy a mencionar ahora mismo, creo que es importante explicar lo que me propongo desde un punto de vista emocional. De hecho, yo no soy ningún experto ni profesional. Mi único objetivo es dar a conocer cómo he llegado a rascar ligeramente en la superficie del mundo de la música y, en concreto, de la guitarra.

La verdad es que es un poco complicado explicar lo que para uno significa la música. Además es curioso como va creciendo el interés por determinados géneros, estilos, grupos, etc. Lo que si que está claro es que cuanto más conoces, más quieres ampliar los conocimientos y, en este sentido, la música tiene una clave muy distinta a la mayoría de las cosas en la vida: La música nunca decepciona.

Soy consciente de que es una afirmación bastante atrevida y rotunda, pero no creo que ninguna persona amante de la música se atreva a negármelo.

Por otro lado, aunque parezca que la música es algo arbitrario y algo completamente alejado de la ciencia, tiene una robusta base matemática innegable y demostrada desde tiempos de Pitágoras.

Es posible que sean unas matemáticas y física sencillas, pero todo lo que ocurre en la música tiene un fundamento sólido. No se trata simplemente de algunas directrices de proporción y simetría como pueden aparecer en la pintura o la escultura o una métrica reglada como en la poesía, es algo mucho más sustancioso.

De hecho, es fascinante ir aprendiendo cosas nuevas y ver cómo se cumplen sistemáticamente en las canciones y ver, sin embargo, el infinito margen que ofrece a la creatividad y libertad.


Lamentablemente, es muy triste ver cómo la música es utilizada por muchos artistas para la simple “masturbación” (como decía mi amigo y maestro Tino), usándola para demostrar que son mejores en cuanto a técnica, velocidad o lo que sea, en lugar de “hacerle el amor” con respeto y cariño.


También me veo obligado a mencionar a un suceso terrible que ha infectado a la sociedad, o siendo un poco mas crítico (y realista), la sociedad ha terminado infectando al mundo de la música.

Quizás si yo hubiese tenido un carácter menos conflictivo al respecto y más transigente, habría tenido menos problemas, pero me resulta inevitable, cada vez que oigo “la canción del verano” o “la canción del invierno” o cualquier porquería tengo que soportar el rollo de: “la música es cuestión de gustos y no hay por qué criticar a los gustos del resto” me pongo enfermo.

Como ya he dicho antes, la música tiene bastante de matemáticas. Si pensásemos en dos tipos que hablan de lo que más le gusta de las matemáticas, uno puede decir que prefiere el Álgebra mientras otro prefiere el Cálculo. Si viniese un tercero y dijese que lo que más le apasiona de las matemáticas son las sumas y que las restas no tanto porque son un poco confusas, debería ser legal que los dos primeros hiciesen una cuenta atrás de tres segundos para escupirle conjuntamente a la cara.

De la misma forma, ocurre en la música. Es cierto que muchas veces me acusan de que la música excesivamente complicada tampoco se puede escuchar todo el tiempo, y es una cosa completamente cierta. Por ejemplo, hay momentos en los que al elegir una película apetece una comedia tonta o para comer, huevos fritos con patatas.

Aún así, no es lo mismo sumar 3+4 que sumar 1253+6534. No hay que complicar las cosas innecesariamente, pero dentro de lo simple, también hay niveles de calidad. Igual que no es lo mismo unos huevos fritos biológicos con aceite de oliva que unos huevos transgénicos fritos en mantequilla.


Por si no es suficiente, uno, cuando dice estas verdades, tiene que sufrir ataques personales oyendo “pues anda que la música que te gusta a ti es lo más desagradable que hay”. A mi lo que me molesta de la canción pseudo-romántica y feliz del momento o la canción ideal para mover el esqueleto, no es que sea terrible al oído, el problema es que me parece un insulto a la inteligencia.

Pero como ya dije desde el principio, esto es una historia de amor y no una historia sobre los vecinos pesados que andan siempre molestando y está a punto de empezar.




En este blog encontrarás...


  • Dentro de mis pequeños conocimientos, Teoría Musical.
  • Dentro de mis escasas habilidades, Ejercicios de Guitarra.
  • Algunas de mis historias raras y episodios de mi vida relacionados con la música.
  • Las fuentes de información, Software, Hardware, Instrumentos y derivados que yo uso.
  • Opiniones aleatorias sobre asuntos musicales.
  • Biografias, Discografias, Artistas, Historia de la música... que yo considere de interés.
  • Películas relacionadas de argumento musical.
  • Mas música en otros formatos.
  • Animo y esperanza para aquellos que, al igual que yo, tengan dificultades para mejorar musicalmente.